Saturday, September 20, 2008

Jean Nouvel / Jean Baudrillard - La singularidad

J.N.: A propósito, me gustó mucho lo que dijiste que esperabas de un arquitecto: que sea el que todavía produzca "objetos singulares".
J.B.: No tengo mucho mérito... El objeto, por desgracia en un sentido, es un poco el fin de la arquitectura en la medida que es capaz de traducir una forma de la comunidad humana. Ahora, tú evocas "objetos singulares", lo que es otra cualidad del objeto...
J.N.: Yo defiendo desde hace más de veinte años la noción de "hiperespecificidad" del objeto a todos los elementos tipológicos, ideológicos, dogmáticos que lo constituyen.
J.B.: En un momento dado, con todo pasa como con el poema: puedes darle todas las interpretaciones que quieras, pero él está ahí. El objeto se agota en sí mismo, eso es literal; ya no te planteas más la cuestión de la arquitectura o de la poesía, tienes un objeto que literalmente te absorbe, que se resuelve a sí mismo a la perfección. He ahí mi forma de decir la singularidad... Y es preciso que, en un momento dado, esta singularidad produzca acontecimiento de esa manera; dicho de otro modo, que el objeto sea otra cosa que eso que se deja interpretar de todas las formas, sociológicas, políticas espaciales, estéticas inclusive. El objeto puede ser muy bello y no ser un objeto singular, forma parte de la estética general, de la civilización global. Sí pienso que todavía se encuentran algunos... Pero hay que tener en cuenta el recorte que se opera con la percepción singular de cada uno. No existen normas, no puedes encontrar fórmulas, no hay una grilla estética, ni siquiera funcional para aplicarle. Un mismo objeto podrá responder a todas las funciones que se le asignen, pero eso no impide que él solo tenga esa especie de cualidad adicional...
J.N.: ¿Se podrá decir que cuanto más singular sea el objeto, mayor será la oportunidad de que sea amado? Eso sería una consecuencia más que otra cosa...
J.B.: No importa que pueda ser amado, yo desconfío mucho de esta idea... No es una cuestión de realciones, de afectos. Para un objeto cualquiera, puedes tener un afecto que lo singulariza para ti. En un momento dado, hace falta un reconocimiento de otro orden. Si lo amas, es tu historia y no la de otro. No, se trata de otra cosa, más difícil de decir, que es en qué medida eso escapa al espíritu... Incluso me parece que hay algo un poco demoníaco, en el sentido que le da a la palabra la lengua alemana.
J.N.: En la singularidad, la estética del objeto no es la noción primordial en la medida en que la estética obedece a una forma de convención, de juicio. Puedes considerar que un objeto es feo, incluso monstruoso, y que se vuelve en sí una entidad absolutamente ineludible. Por lo mismo, ese objeto se volverá bello. No es necesario, por fortuna, respetar los códigos estéticos para definir la singularidad. El juego interesante es desmarcar y transgredir.
J.B.: Si consideras la pirámide del Louvre, hubo todo un movimiento para impedir que existiera porque la consideraban fea, pero luego los espíritus se calmaron...
J.N.: Después fue fue plebiscitada por el uso, pero para mí no es un objeto singular.
J.B.: Evidentemente, es un objeto académico. Además, la audacia o la falta de audacia no obedecen solamente al objeto que aíslas, sino también al espacio que genera. En La Dèfense, a pesar de todo, puede decirse que ha sido generado un espacio extraño. Además, en un comienzo no se sabe si un objeto va a devenir singular o no. No se trata de cambiar, sino de devenir. Eso no se sabe. Algunas veces, incluso las circunstancias, históricas, sociológicas u otras engendran el devenir singular de una cosa.
J.N.: El acontecimiento puro: "soy sensible a la arquitectura en tanto que acontecimiento puro", decías...
J.B.: Me interesa lo que me deja estupefacto. Escribo en ese sentido, sobre una arquitectura en tanto que acontecimiento puro, más allá de lo bello y lo feo.
J.N.: Pero opones "lo singular" a "lo neutro" y a "lo global".
J.B.: Sí, diferencio lo global, lo universal y lo singular...
J.N.: Y a propósito de "lo neutro", te encanta agregar "¡No se necesitan arquitectos para eso!".

(Extracto de "Los objetos singulares. Arquitectura y Filosofía"; Jean Baudrillard/Jean Nouvel, Edit: Fondo de Cultura Económica, año 2000)

(wa!)

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