Transcribo el texto que leyó el Arq. J. Alemán en la última teórica...
ADÁN (Que ahora vacila, dudando sobre si aventurara o no una confidencia.)
Pues bien, ¡yo he mirado en el fondo de mí mismo! Voy a revelarles el secreto de la inspiración y la expiración poéticas. (Enigmático.) ¡Nada más que eso! Los que sean capaces de dar el salto analógico, que lo den. ¡Yo me lavo las manos! (Tartamudea.)Y... si no fuese... por el vino, ¡ni esto! (Hace chasquear la uña del pulgar en sus dientes.)
PEREDA
¡Bien por el mosto siciliano!
(Le llena y alcanza el vaso, que Adán acepta con mucha dignidad)
SCHULTZE
El vino simboliza todo lo iniciático. Por eso...
ADÁN (Lo interrumpe majestuosamente)
Hablare, pero con una condición, me guardarán el Secreto.
PEREDA Tiende un brazo al cenit
¡Lo juro!
Schultze da su palabra de honor y Rossini se declara como una tumba.
ADÁN (Solemne)
Veamos el primer tiempo: el de la inspiración poética. (Gran expectativa)
En un momento dado, ya sea porque recibe un soplo divino, ya porque ante la hermosura creada, siente despertar en sí una entrañable reminiscencia de la hermosura infinita, el poeta se ve asaltado por una ola musical que lo invade todo, hasta la plenitud, a semejanza del aire que llena los pulmones en el movimiento respiratorio.
SCHULTZE
¿Es realmente una ola musical?
ADÁN
Digo musical por analogía. Es una plenitud armoniosa, verdaderamente inefable, superior a toda música.
PEREDA (Victima de confusos recuerdos)
Me parece recordar que Schiller, ¿era Schiller? definió a el estado poético como una vaga disposición musical.
ADÁN (Con infinita modestia.)
Schiller no era un metafísico: yo voy más lejos que Schiller.
En esa plenitud armoniosa que adquiere el poeta durante su inspiración, yo diría que resuenan a la vez todas las músicas posibles: resuenan todas ya, y ninguna todavía, en cierta unidad extraña que hace de todas una y de una todas las canciones posibles, y en cierto «presente» de la música por el cual una canción no excluye a la otra en el orden del tiempo, porque todas hacen una sola canción inefable...
PEREDA (Rezonga.)
¡Eso es el caos!
ADÁN (Lo mira con sorpresa y desconfianza.)
¿Quién se lo ha dicho? ¡
Es el caos, justamente!
Así como en el Caos primitivo, antes de la creación, todas las cosas estaban, sin diferenciarse ni combatirse, así están todas las canciones juntas en el caos musical de la inspiración poética.
PEREDA (Visiblemente confundido.)
¡Ahora resulta que soy un metafísico por carambola!
SCHULTZE (Misterioso.)
¿A que no saben lo que significa, etimológicamente, la palabra «Caos»?
ADÁN
¿Que significa?
SCHULTZE
El tacto del bostezo.
ADÁN
¡Y a mi qué!
SCHULTZE (A todos, autoritario.)
A ver, ¡bostecen ustedes!
(Adán, Pereda y Ciro, intimidados, ensayan un bostezo de imitación.)
ADÁN (Con un asombro alegre.)
¡Notable! ¡El bostezo es una inspiración profunda!
SCHULTZE (Triunfante, pero sin abusar de su triunfo.)
Eso quería demostrar.
ADÁN
¡Formidable, Schultze!
Y ahora recuerdo que la inspiración poética viene acompañada en mí de una inspiración física muy honda.
SCHULTZE
¿Y de qué más?
ADÁN
¿A ver? (Imita otro bostezo.) Y de un entrecerrarse de párpados, como cuando uno se duerme.
SCHULTZE
Así es. El caos es la concentración y el sueño de todas las cosas que todavía no quieren manifestarse. ¿Y después?
ADÁN (Sombrío.)
Después llega el segundo tiempo, la expiración poética, ¡la gran caída!
PEREDA
¿Por qué una caída?
CIRO (Con aire polémico.)
¡Diavolo, sí! ¿Por qué?
ADÁN
Fíjense ustedes.
El poeta, como he dicho, esta gozando de una inspiración en la cual saborea toda la plenitud de la música.
De pronto, un movimiento íntimo —necesidad o deber— lo induce irresistiblemente a manifestar o expresar, en cierto modo, aquel inefable caos de música. Y entonces, entre las posibilidades infinitas, que lo integran, elige una y le da forma, con lo cual excluye a las otras posibilidades, baja de la inspiración a la creación, de lo infinito a lo finito, de la inmovilidad al suceder. Así nacerá un poema, otro luego, veinte, ciento.
Y así caerá el poeta en la multiplicidad de sus cantos, afanándose por manifestar, con lo múltiple, aquella unidad, y con lo finito aquella infinitud que lleva en sí durante su inspiración.
¡Es la primera caída!
PEREDA
¿Cómo? ¿Hay otras?
ADÁN
Son dos caídas.
El poeta, como has visto, cae primeramente al elegir una entre la infinitud de formas posibles que puede asumir su canto.
Pero aun se trata de una creación ad intro, de una creación interna con toda la amplitud que le confiere todavía su espiritualidad y su inmaterialidad.
Luego viene la creación ad extra, y esa forma que ha elegido el artista en la intimidad de su alma sale al exterior para encarnarse en una materia, el idioma, que a su vez le impondrá nuevos limites.
A este otro tiempo de la creación poética le llamo yo «segunda caída»
PEREDA (Refunfuñando)
Si, esto último está claro.
CIRO (Que aun esta en ayunas)
¡Claro como el acqua!
(wa!)
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