Saturday, April 12, 2008

Poemas..

Hacia Campana.

Gris. Me encuentro donde me encuentro siempre. Entre smog y bullicio, pero hoy se que voy a un lugar diferente. Hoy me dirijo hacia un lugar que se esconde lejos de mi, u lugar que desde la ciudad, a veces ignoramos que existe. Nos recortamos solo a ver lo que tenemos alrededor nuestro sin pensar, que tal vez, existe algo mas allá.

Formo parte de un desfile de autos apurados que ruedan por un camino que pareciera no tener fin, un camino en el que las guías son unos recuadros verdes que hacen referencia a lugares que no me son muy familiares. Yo sabia que inmerso entre tanto gris no podía ver lo que se ocultaba detrás. De repente me encuentro rodeado de celeste y verde, en una magnitud que hacia mucho no veía, si no era a través de una caja negra. Ese verde que tanto veo dentro de la caja negra, finalmente esta tomando forma no solo en frente de mis ojos, sino también alrededor mío, arriba y abajo, entraba por mi nariz y lo sentía en mi piel.

Un gris mas claro, mas tenue se presentaba ante mis ojos y me decía bienvenido, pero esta vez, este gris tenía unas manchas verdes y naranjas, encuadrado por un lienzo celeste con salpicaduras blancas que hacían de marco. Entrando en el cuadro me di cuenta que de lo que iba en busca, no se encontraba a simple vista, sino que tenia que buscarlo. Un gran apilamiento de ladrillos, no me dejaba ver lo que necesitaba, me lo estaba ocultando. Sin ánimos de rendirme empecé a buscar donde estos faltaban para poder escurrirme. Encontré su falla, su flaqueza y los deje atrás.

Dos sectores divididos por hierro y vacío. Quede sorprendido por lo que vi. No lo imaginaba así. El verde se encontraba a la derecha y el ocre a la izquierda, y en el medio de ellos había un marrón oxidado. El verde se movía, reía, cantaba y el ocre simplemente miraba en silencio. Note que el verde tenía un gran amigo con el cual compartir su estancia, un poco inquieto y agitado, parecía nervioso. El verde y sus árboles chillaban agradecidos al sol y al viento produciendo un bullicio que solo era opacado por el brutal silencio del ocre.

Comencé a caminar y extrañamente sentí un extraño aroma a sal que me ubicaba con los ojos cerrados en un lugar lejos de donde físicamente me encontraba. Seguí caminando y tenuemente ese olor desapareció y se convirtió en un aroma a paz.

El reflejo y el silencio hicieron que me pusiese a reflexionar el por que me parecía una situación tan extraña. El por que la mezcla y convivencia de situaciones tan diferentes podían coexistir en una tensa armonía que dependía de una línea. Por que una pila de ladrillos era el limite concreto que impedía que el verde y el ocre se junten con el gris y sus manchas naranjas para crear una paleta de colores mas completa.

Es medio extraño.

No creo que lo hayan elegido.

Me parece que los obligaron.


Autor: Diego Adad.

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