Oponiéndose a la vorágine selvática, salvaje y natural,
como muro racional, humano e intelectual...
la recta, aquel edificio paredón que hace un allá y un acá.
Entonces, habiendo frenado la cascada vegetal, el edificio se suelta,
liberado, pero ateniéndose a otra ley, de costa/selva.
Mantiene además, los surcos que deja el agua,
estrías de movimiento terreo características de la última capa dérmica
al quedar desnuda ante las inclemencias de lluvias tropicales.
Los caminos reconocen la nueva geografía
recorriendo el paraje en un vaivén zigzagueante.
Ellos y la edificación encierran un vacío, un abra cuidada,
como si de un puño cerrado se tratara.
De este modo, lo relevante no es solo el continente
sino también lo contenido.
Marcelo Bruttomesso
Vanesa Hue
Patricia Pilarsides
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