Llegamos al
final del cuatrimestre y del trabajo inicial.
Es el
momento de tensar los músculos. Inhalar profundo. Agudizar los sentidos, la
visión, el olfato, para reconocer el camino trazado y visualizar el objetivo
fijado.
Es ese instante previo al último esfuerzo, donde la adrenalina corre aclarándonos la mente y clarificando las ideas.
Recordar el camino transitado será esencial en los momentos de desconcierto, para tomar las decisiones correctas.
Cada uno ha trazado su propia senda, “deriva” al fin, que nos permitió un acercamiento sensible a la ciudad, el paisaje, la arquitectura, la literatura.
Las primeras maquetas intuitivas expresaron estos saberes. Reconociendo un territorio difícil de abordar, registrando sus sutiles transformaciones.
El ejercicio (la escuela), la comprensión del paisaje y sus elementos constitutivos nos permitieron dominar ese paisaje, apropiándonos de parte del territorio para darle un nuevo sentido, un carácter propio que empezará a tomar vuelo.
Es aquí donde
el entendimiento del espacio rural contenido resulta vital en las propuestas,
comprendiendo vacíos y llenos, lejanías y cercanías, percibiendo sus sonidos,
su luz…
El gesto arquitectónico
se nutre de estas reflexiones, potenciando esos primeros trazados…
Así la
arquitectura crece, incorporando programa, escala, lenguaje, estructura,
materialidad…
Estos
elementos básicos se van incorporando a las propuestas poniendo en evidencia su
carácter, su pretensión y su personalidad.
YO construí
la casa.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la bandera
y la dejé colgada
del firmamento, de la estrella, de
la claridad y de la oscuridad…
…crecían las ventanas
y con poco,
con pegarle al papel y trabajar
y arremeterle con rodilla y hombro
iba a crecer hasta llegar a ser,
hasta poder mirar por la ventana,…
…Así la torre baila,
cantan las escaleras y las puertas,
sube la casa hasta tocar el mástil,
Fragmento de “A la Sebastiana ”. De Pablo
Neruda
Arq. Marcelo Bruttomesso
No comments:
Post a Comment