Para muchos la horizontalidad keeniana, su extensa y laxa vastedad supuso quietud, lejanía y en un plano casi simbólico reverencia y respeto…
Curioso pensar que también la quietud…la extensión y ciertas misteriosas ausencias pueden encerrar profundos impulsos…activar potentes sugestiones y motivar explícitas tensiones.
Hubo un tiempo de Keen, y un compromiso con ese tempo, en donde trazar vinculaciones y tejer continuidades supuso asumir una condición de lo urbano de acuerdo con sus particulares latencias…
El signo no pudo ser ajeno a esto entendido siempre como parte de una sensibilidad cualificante del espacio y no una gestualidad axiomática, un juego de composición sin ese compromiso vital que nos imprimía ese tempo.
Las distancias, las proximidades/lejanías que el ejercicio propuso admitían la magnitud de lo urbano; siendo lo urbano algo que excede la noción de “ciudad” y que refiere a una constante interacción de espacios públicos, comunes, urbanos abordados siempre desde esa categoría de lo cualificante, de lo vital.
Y desde allí la esquiva condición de escala; su pertinencia o equívoco.
Lo primario del planteo, a partir de un profundo reconocimiento de la mutua referencialidad de tensiones entre Keen y lo nuestro, al asumir la necesaria reflexión que supuso “intervenir” allí, para refundar o resignificar atiende a la magnitud que lo propuesto exige, no desconoce el impacto que necesariamente hubo de provocarse.
Pero impacto no es necesariamente daño, no fue imposición.
Asumir la magnitud de la propuesta, reconocer su carácter público y el impacto que esta condición produciría es el punto esencial del cual parte este trabajo que fue capaz de superar la aparente y compleja paradoja de intervenir sin imponer. Entendiendo, con explicita claridad, que el vacío de Keen es y sigue siendo su corazón, y que su fortaleza y vitalidad son tan manifiestas como su condición de vacío…
Federico Sartori
No comments:
Post a Comment